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Juan Grompone, ingeniero industrial focalizado en las telecomunicaciones y la informática habló del uso del celular, las plataformas Uber, Airbnb, la productora Netflix, las formas que tiene el gobierno para enfrentarlas y cómo votaría si las elecciones fueran hoy.
-¿Qué siente cuando ve a la gente alrededor mirando una pantalla de celular? Mujeres por la calle, hombres, adolescentes, todos enfrascados en un teléfono…
-Me molesta cuando la gente está en una reunión y empieza todo el mundo con el celular, para mi es una falta de respeto hacia los demás, horrible. La dependencia al celular es un disparate.
-¿Es una moda o ya vamos a quedar así?
-Es una enfermedad infantil, no de la persona sino de la tecnología. El celular es una cosa nueva, comunicándose con las redes tiene pocos años entonces provoca manías, que con el tiempo van a pasar. Cuando empezó la radio la gente vivía pendiente de los teleteatros, cuando empezó el cine la gente no podía vivir sin ir al cine. Todo eso lleva un tiempo, permanentemente hay usos nuevos con el celular entonces se renueva la fantasía.
-Yo conozco a una mujer de 40 años que prefiere salir con hombres bastante mayores porque sabe que no le van a sacar el celular cada media hora para hacer alguna estupidez.
-Sí, a mí me gusta el correo electrónico, el teléfono y Skype. Mensajes no, me gusta el diálogo, me gusta que si digo una cosa me contesten.
-¿Es cierto que las ondas del celular pueden ser malas para la salud?
-Muchas veces se dice que las ondas electromagnéticas del celular pueden hacerle daño al cerebro y al cuerpo y al corazón o provocar sordera. Yo lo tengo junto al corazón, en el bolsillo. No pasa absolutamente nada, la energía que maneja un celular no puede dañar a nadie, es ridículo. Las ondas electromagnéticas están por todos lados, las de radio, de televisión, de todo tipo. La única forma de neutralizar las ondas de radio es forrarse de metal.
-¿Usted usa redes sociales?
-No, para nada. Son una pérdida de tiempo. No tengo tanto para decir como para escribir en las redes sociales ni creo que alguien tenga algo para decirme. Si tiene algo para decirme que me lo diga por correo. Las redes son muy útiles para el periodismo, para los políticos y para los accidentes, por ejemplo un terremoto o una inundación. Es para cuando hay necesidad de comunicar algo ya.
-¿Qué cambios observó en las redes sociales en los últimos diez años?
-Aumentaron muchísimo y fue masivo, todo el mundo se enganchó con ellas. Lo asombroso es que nadie encontró una manera eficiente de ganar dinero con las redes sociales. Las redes sociales están mantenidas, quienes las suministran invierten en equipos, en internet, en una cantidad de cosas, pero todavía no encontraron la manera de ganar dinero. La empresa Facebook vale mucho dinero pero no gana mucho dinero, o por lo menos no hay una manera visible de que gane dinero. ¿Cuánto cobra Facebook? Pareciera que solo puede vender publicidad o información sobre sus clientes, perfiles, pero eso no parece ser un negocio muy grande tampoco.
-¿Y el negocio de la publicidad?
-El principal proveedor de publicidad es Google, que no es una red social, es un buscador. Factura 76 mil millones de dólares por año de publicidad. Porque Google es maestro para vender cosas. Por ejemplo, hizo Google Earth y vende cosas para el turismo, fotos de las ciudades, dónde están los hoteles, las tarifas, las reservas de aviones, vende todo eso.
-¿Cuál serie de Netflix está mirando ahora?
-Californication. Es rarísima, parece mentira que se haya podido hacer en Estados Unidos, es altamente erótica y cada tres palabras dicen ‘fuck’. Netflix tiene muchas ventajas, las series no tienen avisos, no hay que esperar a la semana que viene o a mañana para saber cómo sigue, si quiero me puedo intoxicar este fin de semana puedo verme 47 episodios. Y encima es barato, el abono de Netflix cuesta como una entrada de cine, nueve dólares. Es imposible competir con eso. Pienso que va a terminar matando el negocio del cable y de la televisión abierta, tal como pasó con el videoclub. Lo mató internet. Además Netflix es una productora.
-¿Cómo está encarando el gobierno las nuevas plataformas de economía colaborativa como Uber, Airbnb, etc?
-Como si vivieran en el siglo XVIII más o menos. No tienen la menor idea de cómo hacerlo. No tienen asesores que vivan en el siglo XXI y piensan que esas cosas se pueden prohibir. Es la misma reacción que tenían en el siglo XIX los obreros cuando rompían las máquinas. Como las máquinas provocaban desempleo entonces las rompían. ¿Y ahora quiénes son los que protestan? Los taxis, que son un monopolio asqueroso. Para ser taxi hay que comprar una chapa que cuesta un disparate a la intendencia, que la vende porque es un monopolio. Entonces es un club cerrado. Lo que Uber hace es romper un monopolio y eso va a pasar con todo. Netflix rompe el monopolio de los cables, porque no cualquiera podía poner un cable. Cuando la instalación de los cables en Montevideo, que fue en la intendencia de Arana, se cobró un canon por cablear Montevideo a los cables. Es un monopolio y Netflix lo rompe. Lo que hace internet es romper monopolios, rompe el monopolio de los diarios, del Gallito Luis, todos los monopolios.
-¿Cómo piensa que seguirá esto?
-Los taximetristas van a terminar trabajando para Uber. El monopolio lo va a perder la intendencia y la patronal del taxi.
-Si usted fuera asesor del gobierno, ¿cómo lo habría encarado?
-Asumiendo que hay una nueva manera de intercambio comercial, sin monopolios y reduciendo al mínimo el papel de los intermediarios. En el caso de Uber eliminando la chapas de taxis y cobro exagerado y cobrando el impuesto a la renta como a todas la personas y empresas. En el caso de Airbnb aceptando que un particular puede alquilar su propiedad (o lo que venga en el futuro) y cobrar el impuesto a la renta. Por supuesto que nunca sería asesor de ningún gobierno.
-¿Por qué?
-Ya lo dijo Groucho Marx: ‘no puedo pertener a un club que me acepte como socio’. O sea, pertenecer a un gobierno significa aceptar la disciplina partidaria y yo quiero siempre poder criticar lo que me parece que no está bien.
-Usted se define como frenteamplista disidente. ¿Qué es eso?
-Me parece una burrada la ley de educación que hizo Vázquez, me parece un desastre el gobierno de Mujica, me parece horrible el manejo de Ancap, espantoso como manejaron Pluna, me parece que es increíble que en doce años no pudieron hacer nada por la educación. Todos los disidentes te van a decir lo mismo.
-¿A quién votaría hoy?
-Lo tengo clarísimo, voy a elegir la lista del Frente que menos me gusta y la voy a tachar. Voy a votar anulado una lista y por lo menos va a haber una persona que se va a enterar, que es el delegado de mesa del Frente Amplio. Si en esa mesa aparecen quince listas anuladas, tachadas, quiere decir que hay muchos frentistas con bronca. Lo van a comentar como cosa curiosa, ‘miren lo que pasó, había cinco votos anulados y todos eran de la lista tal, de la lista por ejemplo de Sendic’.
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